Rebeca, tiene “treintaytantos” y siempre fue una mujer brillante, emprendedora e inteligente.
Hoy, Rebeca es una mujer apagada, temerosa, triste, que vive en casa de una amiga quien le presta la ropa.¿Qué le pasó?
Hace 9 años Rebeca conoció al amor de su vida. El clásico hombre simpático, divertido y muy sociable.
Como ocurre prácticamente siempre que estamos enamoradas, dejamos de ver ciertas señales que será las futuras razones por las cuales nos separaremos. Estas razones o características son las que en el momento del enamoramiento nos gustan y atraen más.
Roberto era un hombre que desde que ella lo conoció, bebía mucho. Después comenzó a probar ciertas drogas y desde hace 4 años, Roberto es adicto severo. Ellos habían vivido juntos desde hace 7 años. En los últimos momentos de su relación incluso Roberto fue agresivo físicamente con ella lo que la hizo salir huyendo y se refugió en casa de una amiga con lo que traía puesto.
Prácticamente todo el patrimonio de Rebeca está puesto en una casa en una playa mexicana. Todo, sus muebles, su ropa, sus elementos de trabajo, su automóvil, todo está allá.
Hoy hay tres detalles importantes que le impiden a Rebeca ir a reclamar sus cosas y hablar con Roberto:
1.- La casa está construida en un terreno ilegal y al ser ella extranjera, ha encontrado respuestas muy negativas por parte de los dos abogados a quienes ha consultado.
2.- Roberto la amenazó de muerte si volvía
3.- En ese momento Rebeca está tan fracturada emocionalmente (a causa del proceso que vivió al acompañar a Roberto en su enfermedad de adicción) que a penas está reconstruyéndose a si misma.
¿Qué hacer en un momento así? ¿En el momento presente de Rebeca? ¿A qué hacer caso primero? ¿A la casa, recuperar su patrimonio, a los abogados, a sus emociones, a su programa de familiares de adictos?
¿Qué hacer cuando te has quedado sin pareja, si casa, sin ropa, sin dinero (porque él era su socio en la empresa) y con una fuerte dosis de pérdida de identidad, amor propio y golpeada física y emocionalmente?
“Primero lo primero”, el mantra de las personas que vivimos este tipo de procesos (me incluyo) que requieren pasar un día a la vez.
Primero, recuperarse ella física y emocionalmente.
Segundo, recuperar una fuente de ingresos estable que le permita sufragar los gastos indispensables para vivir y pagar su renta, comida, ropa y transporte.
Tercero, buscar a una abogada o abogado cuya solvencia ética y moral sea los suficientemente comprobable para saber que no se venderá en el proceso.
Cuarto, una vez que Rebeca sea una persona funcional física, emocional y financieramente, tomar la decisión: entre buscar a Roberto (acompañada) para tratar de llegar a un arreglo o bien, dejar ir ése patrimonio si su salud mental y espiritual van de por medio.
Recuerda que la Resiliencia Financiera es la capacidad de levantarte de grandes pérdidas de dinero y “volver a tu forma original o recuperar su patrimonio original”, incluso producir mucho mas.
El dinero es un recurso que puede perderse y recuperarse, el tiempo ¡No!.
Rebeca, una vez que elabore su proceso de duelo y recuperación deberá plantearse la posibilidad de iniciar un trámite legal para recuperar su patrimonio o bien, dar vuelta a la hoja, levantarse, seguir adelante y resignificar la experiencia.
Y como te lo había contado en mi artículo anterior: ¡Nunca pongas todos tus huevos en la misma canasta ni en el mismo hombre!. Que tu pareja sea además tu socio, el dueño de tu casa y no protejas mediante contratos o separación de cuentas tu patrimonio, te puede poner en un riesgo de perderlo ¡todo! cuando una relación se termina y cuando digo todo, es todo: tu salud mental y emocional, tu casa, tu empresa, tu ropa, tu coche.
Rebeca está dando pasos firmes a su recuperación. Las personas que viven con personas adictas son codependientes y requieren recuperarse a sí mismas en el amplio sentido de la palabra. Y lo más importante de todo: REBECA, RECUERDA QUE SIGUES SIENDO UNA MUJER BRILLANTE, EMPRENDEDORA E INTELIGENTE, esto es temporal y saldrás más fuerte y más sabia.
“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa”. Según decía Santa Teresa de Jesús.
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Te envío un abrazo grande y no te pierdas la tercera parte!!.
Beatriz.
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