Son las 11:00 am y recibo a Ernestina para una sesión individual de Terapia Financiera.
Ernestina llega con una energía muy distinta a la de las mujeres quienes me visitan normalmente.
Ella llega súper sonriente y con una energía altísima. Va observando todos los detalles del consultorio, me pregunta, mira mis diplomas y reconocimientos, la taza de café de mi bisabuelo, observa las flores del jardín frente al sillón donde ella se sienta y por unos segundos me hace sentir que estamos más bien en una reunión de amigas o social y no en una sesión seria de finanzas.
Ernestina pasa los 55 años, está felizmente casada y tiene dos hijos, uno en sexto semestre y el otro está a punto de entrar a la universidad. ¡Por fin estoy viendo la luz! (me dice riéndose)
Pues Beatriz, vengo contigo porque… ¡me siento súper culpable!, la verdad es que tengo tantos talentos: sé pintar, me encantan los negocios, se me da muchísimo la decoración y sé que puedo hacer muchísimas cosas productivas pero al mismo tiempo, ¡no quiero hacer nada y no quiero tener la presión de tiempos de entrega ni de conseguir clientes y la verdad yo era súper emprendedora pero ahora no sé que me pasa, no quiero hacer nada, no se si es la menopausia pero ya no quiero hacer tantas cosas y a veces, ni me reconozco!
Después de varias decenas de minutos me doy cuenta que en realidad Ernestina NO LO HA PASADO TAN BIEN en los últimos años: además de cuidar a sus dos hijos ayudándolos a crecer (y con las tareas y clases extra curriculares), ser el modelo tradicional de mujer y esposa con la casa perfecta y guapa para los compromisos sociales del trabajo de su esposo, además, Ernestina ha tenido que cuidar y acompañar al buen morir a sus dos suegros y a sus dos padres. En 9 años cuidó, acompañó y vio morir a 4 adultos mayores además de arreglar y solucionar los pendientes de cada uno, la venta de sus casas, ropa, testamentos y demás.
Hace un año murió la última, su mamá y éste año su segundo y último hijo se va a la Universidad y Ernestina es ahora, a sus más de 55 años, que por fin tiene un remanso de paz ¡pero ella no lo ve!.
Le pregunto: Ernestina, ¿hace cuánto eres mamá?
E: hace 23 años
B: es decir que llevas 23 años y de ellos, 9 años, cuidando a dos hijos, dos padres enfermos, dos suegros enfermos y un esposo muy demandante…
E: asiente con la cabeza (y su semblante ha cambiado)
B:lLos últimos 9 años has sido tu sola ayudando a 7 personas a crecer y a morir.
E: (sus ojos se llenan de lágrimas)
B: Imagino lo cansada que te sientes
E: (Alza la voz y abre sus ojos) ¡ESO, éso es! me siento súper cansada y ahora me siento tan relajada y feliz que no sé que hacer con esto. Mis hijos están muy bien, mis suegros y mis padres están bien, mi esposo y yo estamos bien y yo por fin tengo tiempo para disfrutar y estar tranquila pues además del ingreso del trabajo de mi esposo hemos heredado algún dinero y eso me permite estar más tranquila. Soy muy feliz ahora y no quiero estresarme, no quiero correr, no quiero preocuparme y eso me hace sentir muy pero muy culpable, ¡no sé que hacer con tanta felicidad!…
Ernestina y yo trabajamos juntas por muchos minutos más…
El “tema de nuestra sesión” fue acerca de lo difícil que nos resulta a las mujeres: identificar (primero) y dejarnos sentir la paz, la tranquilidad y la felicidad en nuestras vidas (en segundo lugar) y además ¡No sentirnos culpables! (en tercero). Ernestina ha sido una mujer responsable, amorosa y dedicada a los seres a quien ama. Ha dedicado los últimos 26 años de su vida a su esposo, a sus hijos y a los 4 abuelos. Ahora, a sus más de 55 años es momento de cosechar lo que ha sembrado y parar. Sí, parar. Tomar un respiro, tomar un año sabático de angustias y carreras, “vaciar el vaso” y permitir que un espacio permanezca vacío por un tiempo para que después vuelva a llenarse y sea fértil ¿para qué o de qué? ¡de lo que ella quiera!.
Eres emprendedora, eres talentosa, seguirás sabiendo pintar, seguirás sabiendo hacer negocios, seguirás diseñando decoraciones hermosas ¡porque esa eres tú con tus talentos y fortalezas!, simplemente es que ahora estás cansada y requieres vivir el presente, tu presente que ahora es tranquilo, sin angustias, sin carreras y sin necesidades inmediatas que satisfacer. Hoy te toca estar en paz y disfrutar y ser feliz y ¡no sentir nada de culpa en ello!.
¡Gracias “por darme permiso”, me dijo!. No Ernestina, no soy yo quien te da el permiso, ¡eres tú!
Es como si el “deber y las responsabilidades” se instalaran en nosotras y nos opacaran los colores de la vida, el disfrute y el placer. ¡Ojalá que la experiencia de Enrestina nos sirva a todas para reconocer cuando también las cosas están bien y cuando lo que toca es ser feliz y disfrutar!
¿Ser emprendedora? Estoy segura que Ernestina en unos meses o en unos años, después de darse el tiempo suficiente de vivir “en el aquí y en el ahora con paz y tranquilidad” volverá a hacer negocios y volverá a ser la mujer “luchona” que siempre ha sido y que solamente por ahora, ha decidido bajar el paso y entrar en “relax”.
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Te envío un abrazo grande y no te pierdas la tercera parte!!.
Beatriz.
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